Los celos, el amor, el apego: la vida real interpretada bajo las enseñanzas del Budismo

celos

Caminan por la calle, miran vitrinas, aparentemente relajados, y de pronto se cruza un bello ejemplar del sexo opuesto. El o ella miran encantados esa imagen de belleza, juventud, andar felino. Miran con admiración hasta que ella o él exclaman con enfado «¡Qué miras tanto!». Y comienza la eterna discusión. «Ya no me quieres», «Tomaste lo mejor de mí y ahora miras a otras personas», «Ya no soy importante para tí», «A mí no me miras así», «He hecho tanto por tí y mira como me pagas»…

¿Reconocen la escena? ¿Reconocen haber sido protagonistas de algo parecido algún día? Es inevitable. Desde que éramos niños nos han condicionado a vivir en el temor, en el miedo; ya forma parte de nosotros y de la manera como percibimos la realidad.

Miedo a los padres, miedo a la muerte, miedo a Dios, miedo a las autoridades, miedo a perder el trabajo, miedo a no tener lo que tiene el vecino, miedo a perder al hombre o la mujer que amamos. Nos han encarrilado en vivir con miedo. También nos han condicionado a adquirir y desarrollar nuestro Ego. Si no tienes dinero no eres nada. Si no estudias no llegarás a nada. Debes tener, tener, tener. El miedo y el Ego se complementan maravillosamente, se apoyan uno al otro para hacernos la vida desgraciada. Socavan lo poco de autoestima que pudiéramos haber desarrollado.

Miedo a perder. En la escena que nos ocupa, vemos a los dos enemigos cercanos en acción: el amor y el apego. ¿Por qué sentimos celos? ¿Porque sentimos amor? No. Porque sentimos apego. Confundimos el aferrarse a alguien con el amar a alguien. Lo percibimos como una posesión, no como un complemento. Nos apegamos de manera irracional; ni nosotros somos capaces de explicarnos el por qué, y no lo explicamos porque nace del trabajo del Ego y el miedo. Proyectamos todas nuestras carencias, nuestros temores, en el simple acto de poseer. Y si vemos alguna señal que atenta contra esa condición, nos desbalanceamos enteros, dejamos de tener la capacidad de vivir. Se llaman celos, cuando en realidad deberían llamarse apego. Es eso, sólo apego.

El apego puede tener múltiples orígenes. Puede provenir de una niñez desdichada, o de una situación física desmejorada que provoca inseguridad, o de la sostenibilidad de una condición social. Sus orígenes son muchos porque muchas son las armas del Ego, pero todas bailan en la plataforma del miedo. Es el miedo el que nos impulsa a actuar así.

¿Por qué tener miedo si estás viviendo tu vida, si nadie puede hacerte daño en el devenir de tu vida? Ese es justamente el problema: no estás viviendo tu vida sino las vidas ajenas, las que te impusieron, las que aceptaste y que poco a poco te fueron ahogando. Si vivieras tu propia vida, no tendrías miedo, no tendrías celos. No te apegarías… y amarías.

La sociedad fomenta el Ego, fomenta el apego, porque las personas apegadas no se rebelan, no son libres: el miedo a perder los tiene encadenados, los mantiene obedientes.


2 comentarios

Archivado bajo alma, budismo, espiritu, iluminacion, meditacion, paz interior

2 Respuestas a “Los celos, el amor, el apego: la vida real interpretada bajo las enseñanzas del Budismo

  1. Some researchers arrange concluded that the technique of Taijiquan at least two times more than improved motor coordination known in the west, the most puzzling unique exercises that fool it is on purpose. Some may whoop with happiness: «Wonderful! Eventually I found the best gimmick to improve my in reduced circumstances motor coordination! ‘Other, after a two shakes of a lamb’s tail’s considering can pull punish conclusions quite:’ If this is so operative that is, train is exceedingly difficult. It’s purposes not like filmyz allowing for regarding me. «

  2. ramses Hernández

    Estoy de acuerdo!!.

Deja un comentario