¿Qué es el Zen? Cómo lo veo yo… – Reflexiones de Mariano Merino

El tema es vasto y como tiene visos de esoterismo, es poco comprendido. Pero no es así. El Zen es una actitud ante la vida y el universo. Y es una actitud práctica.

Se denomina Zen a varias escuelas y vertientes del Budismo. Su característica fundamental es que enfatiza la intuición y la espontaneidad, la totalidad, como medio de conocer. Por eso, es muy apreciado en el occidente, poco dado a las prácticas espirituales y a las profundidades filosóficas. La actitud intuitiva y espontánea se practica en la Meditación, de la cual existen muchas técnicas. Por su parte, Meditar es lograr la relajación total, el vacío, y por ese medio llegar al centro de uno mismo. El objetivo final es el autoconocimiento. Si nos conocemos, si sabemos exactamente quienes somos, lograremos la felicidad porque sabremos qué queremos y cómo obtenerlo.

Cada estudiante, cada practicante del Budismo tiene su propia interpretación del Zen porque el Budismo no valora ni encasilla ni exige. Para mí, el Zen se puede reflejar en la siguiente definición: «todo es lo que es». Hay que descubrir lo esencial de las cosas, de la realidad, y en ese momento logras el Zen. Estás en estado Zen. Si bien todo está relacionado en el universo, nada está sujeto a nada. Nada condiciona a nada. El Budismo es libertad total. El Budista no cree en nada, ni siquiera en Buda. El Budista cree que el mismo concepto de «creer» es una trampa de la mente.

Comprender el Zen es comprender que todo tiene una estructura esencial. Lo que cambian son las formas. Si logras detectar la estructura de manera independiente de la forma, estás en Zen.

Por ejemplo, siempre afirmo que soy el hombre más viajado del planeta aunque mi pasaporte no lo declare. ¿Por qué? Porque conozco todo el mundo. En todo el mundo existen las mismas estructuras. Vivimos en un planeta homogéneo, aburrido si lo quieren ver así. ¿Cuál es la diferencia entre un palacio europeo y una choza miserable de Camerún o Haití? No existe esa diferencia; todas tienen suelo, techo, ventanas, puertas, cimientos. Todas tienen el techo arriba y el suelo abajo. En todas la puerta es la misma. ¿Qué cambia? La forma. En el palacio de Europa los materiales son más finos que en Camerún o Haití, pero la estructura es la misma. Por lo tanto, si has visto una casa en cualquier lugar, has visto todas las casas del mundo. En Zen, la casa «es», simplemente. Y así con todo.

Otro ejemplo. Jesús dijo «Dad y recibireis». Eso no es Zen; eso es negocio. El hombre tiene un deber para con sus semejantes, que es la compasión, pero no está condicionado. El hombre de bien simplemente da lo que debe dar. Condicionar es hacer negocio: toma esto por esto otro, haz esto y recibireis esto otro… en pago. Eso no es Zen: el Zen solamente diría «Dad».

Fijaos en lo esencial de la realidad que os rodea, y comenzareis a comprender qué es el Zen. Es lo esencial. Por eso el arte Zen, en cualquier de sus manifestaciones, es minimalista. Muestra la estructura íntima de lo que retrata o describe, no enfatiza la forma como en occidente.

Espero sinceramente que mi manera de interpretar el Zen los haya ayudado a comprenderlo. Ponerse en estado Zen es ajustarse a la libertad total que toda persona tiene. Ser Zen es comprender el mundo que nos rodea en su íntima y esencial estructura. Y comprender el mundo de esa manera es despojarse de toda presión, de todo condicionamiento. Es vivir feliz porque nada te afecta. Si las cosas son así, ¿para qué te aproblemas? Acéptalas y disfrútalas como son. Si amas, ama; si luchas, lucha. Pero hazlo con todo tu ser. Esa es la actitud Zen.

Esa es la paz que te da el Zen. Haces las cosas, vives, de la manera como tú eres. Total.