Sufres… porque te gusta sufrir. No podrías vivir sin sufrimiento – Reflexiones de Mariano Merino

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¿Quién nos hace sufrir y por qué? Tendemos a culpar a los demás, en una actitud de autodefensa subliminal. ¡Esto no puede estar pasando! ¡Por qué a mi, si he sido leal, amoroso, dedicado! Y muchos más por el estilo. Son todos argumentos que nuestra mente crea en un inútil afán de desviar la atención de las verdaderas causas del sufrimiento que nos aqueja, de la insatisfacción que nos agobia y que muchas veces ni siquiera sabemos definir o identificar. Sufrimos, porque nuestra condición y destino es sufrir, de acuerdo a lo que nos enseña Buda, pero no estamos condenados a sufrir y podemos evitarlo. ¿Cómo? Tomando consciencia de lo qué nos hace sufrir y el por qué de ese sufrimiento, y tomando las decisiones pertinentes.  No podemos evitar el sentir sufrimiento pero sí podemos terminar con esa sensación y ese estado, y entrar a un estado superior de paz interior.

¿Quién nos hace sufrir? ¿Ese hombre o esa mujer que está de amores con otra/o? ¿Ese hijo que no quiere ser responsable de sus acciones y nos echa el fardo de sus veleidades? ¿Ese jefe que descarga sobre nosotros todo el peso de sus frustraciones personales? ¿Esa sociedad que nos atrapa y estruja en su máquina de moler conciencias? ¿Esa pareja que nos cela sin motivos y que resquebraja nuestra auto seguridad y viola nuestra intimidad? ¿Quién nos hace sufrir? Si te analizas, no existen fuentes externas del sufrimiento; todo es interno, todo nace de ti y vive en ti. Si ese hombre o mujer busca a otra persona para satisfacerse, es porque tú no le estás dando lo que él necesita, o tu te auto engañas pensando en que sí se lo das. Y si busca porque su propia naturaleza terrena lo impulsa, es que está sufriendo más que tú, y en lugar de tenerle rabia deberías tenerle pena y compasión. Si tu hijo es un irresponsable ¿de quién es la culpa? ¿De él o tuya por haberlo permitido y muchas veces sostenido? Existen mil indicios que indican la evolución de una persona ¿acaso no los viste? ¿Cómo quieres que tu hijo sea responsable si ni siquiera le encargaste que haga su cama cuando estaba creciendo?  Tu esperas la responsabilidad como un efecto, pero ¿de qué? ¿De tu propia desidia?  Si tu jefe se descarga en contra tuya ¿acaso puedes evitar que lo haga si sus amarguras son mayores que sus acciones? ¿Puedes influir para que elimine las toxinas de su alma? Si tienes tiempo e interés, puedes hacerlo; basta con que te lo propongas y comiences un programa propio de convencimiento de manera que termine tomando consciencia de su situación, pero no siempre tenemos el tiempo ni el interés. Entonces, deja de sufrir y deja el trabajo ¿Acaso es lo único que eres capaz de hacer? Si esa sociedad te abandona a tu suerte y no te da lo que necesitas y te corresponde ¿acaso necesitas a la sociedad? ¿Ganas algo con ponerte en actitudes rebeldes o contestatarias? La actitud contestataria es propia del mediocre, del que no es capaz de cambiarse a si mismo, y menos a la sociedad; estamos llenos de esos zánganos y hasta nos damos el lujo de darles de comer para que nos sigan esquilmando.  ¿Necesitas a la sociedad, cuando lo único que hace es tenerte sumergido en la miseria de tu vida y pedirte la vida de tus hijos para que los que gozan sigan gozando? ¿La necesitas? Si esa pareja te cela y te controla al extremo de quitarte hasta tu identidad y tu intimidad  ¿es que tu estas fallando en algo? ¿No te das cuenta de que el enfermo es él?  ¿Es él el culpable por serlo, o tu por aceptarlo y permitirlo? Todo lo que te sucede tiene una sola fuente: tu mismo/a. No mires hacia los lados buscando al culpable, mírate al espejo de tu vida y lo tendrás al frente de ti. ¡Reacciona y mírate!

¿Por qué te hace sufrir? No te hagas esa pregunta; mas bien, pregúntate por qué te elige a ti como su víctima.  Y la respuesta es obvia: porque eres mejor que él o ella. El que tortura lo hace por miedo, por temor. Lo hace para salir del círculo vicioso de sus propias frustraciones. Lo hace porque no es capaz de afrontar la vida sin violencia, porque sus propios fantasmas no lo dejan dormir en paz. Lo hace porque la paz es un atributo de la gente de bien, y él se reconoce como no perteneciente a ese grupo. ¿Y tu estás sufriendo por una piltrafa así? Más que sufrir deberías sentir vergüenza de ti misma por hacerlo, y una profunda pena por él.

La solución siempre está en tu mano, a tu alcance: aléjate de las causas y las fuentes de tu sufrimiento. Deja a ese inconsecuente que busca tu reemplazo en lechos ajenos, a esa «pareja» que no confía en ti y no te merece, aléjate de esa sociedad que te oprime y aprovéchala como ella se aprovecha de ti, abandona a ese hijo que no quiere asumirse como persona y oblígalo a que lo haga, aunque sea por hambre.  La solución siempre está en tu mano, pero apuesto mi cabeza a que no lo harás. ¿Sabes por qué? Porque te acostumbraste a sufrir, y hasta te quedó gustando. Te pusiste el sayo de cordero de sacrificio y te quedó gustando. Te encanta sufrir.

Si eso es lo que elijes como vida, entonces… ¡sufre! Pero no olvides nunca que el sufrimiento es una opción, no una condición. Y esa opción la elegiste tu mismo/a; por lo tanto, no lo achaques a nadie más que a ti mismo/a.

1 comentario

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Una respuesta a “Sufres… porque te gusta sufrir. No podrías vivir sin sufrimiento – Reflexiones de Mariano Merino

  1. maria refugio lopez sanchez

    Cuanta razon hay en todo esto, tenemos la eleccion de dejar atras lo que nos lastima y ser felices o permitir que se nos siga haciendo daño.No tiene la culpa el que hace daño si no el que lo permite.

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