CURSILLO DE MEDITACION PARA LA VIDA DIARIA – Sesión 6: Meditación I – Mariano Merino

relajacion_meditacionYa sabemos relajarnos. Recordemos: acostados en suelo duro, tensamos y soltamos todos los músculos siguiendo la secuencia desde los dedos de los pies hasta el cuero cabelludo. Tensamos y soltamos… y comenzamos a disfrutar de ese estado tan placentero que se llama relajación muscular. Después de una sesión de relajación quedamos livianos, adormecidos… relajados.

También sabemos llegar al estado de mu-shin. Simplemente, miramos sin ver, percibimos sin reaccionar. Con los ojos abiertos vemos pasar el mundo delante nuestro como si estuviéramos en una vitrina. Terminamos en un estado de no-pensamiento pero en alerta total. El cuerpo es muy sabio, y sabe que si bien no tendrá una central ejecutiva (el cerebro pensante), no deberá quedar en descubierto, en vulnerabilidad, y enfatiza todos sus mecanismos de prevención y defensa. Eso hace que el cuerpo desarrolle y use energías no previstas en los movimientos usuales; es lo que permite a un maratonista soportar exitosamente ese enorme esfuerzo de correr initerrumpidamente los 42 kilómetros.

También vimos la etapa de no-juzgar. Más que una etapa, es una condición. No juzgar significa no tomar partido, no decidir, no opinar. La realidad es lo que es, y en esas condiciones no vale la pena preguntarse los por qués de las cosas. Las cosas suceden, pero no las valoramos, no pensamos en términos de bueno o malo: suceden simplemente.

Después, vimos que una condición para hacer las etapas anteriores sostenibles en el tiempo es el automatizarse. La relajación, el mu-shin, el no juzgar, deben ser automáticos, deben suceder en forma simultánea. No podemos estar controlando y ordenando… Ahora le toca al mu-shin. Debe ser parte de nuestra vida diaria. Deben ser etapas que se gatillen con una simple decisión para el conjunto, y permanezcan hasta cuando lo deseemos. Para darles un ejemplo, cuando hago viajes largos yo me relajo, entro en mu-shin, y no juzgo, todo en forma simultánea. Si alguien me viera, diría que está ante un zombie o un robot porque así debo verme; pero la alerta en mis sentidos aumenta a grados tales que he tomado decisiones, como frenar, antes de que la razón identifique las causas. Después de haber frenado aparece el caballo o la vaca, invisibles hasta ese entonces, y cruza el camino. Eso es automatizarse.

Ahora le toca a la meditación. Cuando meditamos usamos todas esas etapas, con una diferencia al ejemplo dado antes: lo hacemos en estado de reposo, y por lo tanto el estado de alerta no es el máximo. El cuerpo no desperdicia energías. Nos recostamos, en el ambiente adecuado, y nos relajamos, borramos la mente, y nos automatizamos. El resultado es que la mente se vacía completamente, y entramos en un estado muy dificil de describir; quizás lo más parecido sea un post orgasmo sexual. Quietud absoluta, un vacío en el que parecemos flotar, pero es un vacío extraño, no es lo que conocemos normalmente como ausencia de todo. Es el vacío de la Meditación, del que hablan los Budas. Sin saberlo, nos ponemos en conexión con todo el universo. Incluso podemos experimentar viajes astrales, en que nos separamos del cuerpo y flotamos, flotamos hacia donde queramos.

¿Cómo hacerlo? Como les dije: recostados, cómodos, entren en las etapas descritas hasta llegar al automatismo… y déjense llevar. Quizás algunos de ustedes experimenten un sentimiento de pánico, por la inseguridad que normalmente norma nuestra vida; luchen contra él. Es el portero al estado de meditación profunda. Repitan, repitan, y verán que lo van logrando.

 

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